ACERCA DE NARCY



Bueno, es cierto que tiene una hermana (sista) y que el chiste fácil fue irresistible. A la salida del teatro miró en todas direcciones, así fue como supe por enésima vez de su existencia. Del lado de adentro ya se había lynchizado mirando las luces encendidas en los palcos de enfrente. Congeló la postal del cuadro del momento de los aplausos. Claro, el mundo estuvo a sus pies suficiente tiempo como para hacerle creer que todas las caras eran la misma, la verdadera, una mentira organizada (mentira: producto de la mente, que generalmente tira, te tira o se tira).
LOS VICIOS
No tiene nombre, nadie tiene nombre. Siente como un linfocito al momento de cambiar de estado, pero lo siente siempre. No olvida porque desconoce la memoria. Se llena de pudores porque un sensor en cada poro registra el medio alrededor. Pero burbuja. Comunica así. Corre a buscar su libro de juegos para perderse y citar una frase.
QUÉ PASA
que se puso autorreferencial (y te reís, porque solo vos me ves, lo de los maniquíes ya lo sabés y lo de los semáforos también…) y mira hacia el mar, pasando por la playa y la palmera (el mar no es novedad, no deja de iluminar, está ausente y no puede alejarse). Acaba de llegar una carta desde intramar. Abrila. Leela en voz propia.
Y
Debía haber alguna consigna en este párrafo. Ahí está. Ya sabés lo que querés hacer. Igual que Narcy, que inevitablemente vuelve a su capricho al mismo momento en que no era. Entre hermanos se cuentan la historia. Te estará picando uno de los oídos muy pronto. Llama a Narcy.

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