dolor de cabeza (en el colectivo II)

El café y el azúcar en la taza. La pava en el fuego. Las ganas de tomarlo. Mi espera.

Se sentó delante de la familia numerosa. Escuchó la conversación tediosa hasta que no le fue posible. Los niños colocaron su cuello entre el vidrio y el marco de la ventanilla. Con mucho esfuerzo y luego de muchos intentos lograron separar la cabeza del resto del cuerpo. Saltaron al exterior y aplastaron repetidas veces la humana pelota hasta deformarla completamente. El papá y la mamá lanzaron puñetazos al estómago, al pecho,, a los brazos inertemente sentados hasta enrojecer sus nudillos. El colectivero miraba atentamente por el espejito.

El café está humeante y sabroso. Sale el sol.

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