A LA SALIDA DE LA ESCUELA



Él estaba con su compañerito inventando una historia en que Goku reencarnaba en hojas de albahaca. La seño los retó a los dos para que se queden quietos en la fila así salían más rápido. Hizo caso, no por ganas, sino porque también quería salir de la escuela. De su mochila entreabierta se cayó el cuaderno de segundo grado. Se agachó a juntarlo. En eso vio el arma. La ramita se había caído del árbol del patio. La levantó y enseguida reconoció el gatillo y la mira. Apuntó con precisión hacia la cabeza del anciano que caminaba por la vereda. Hizo “pum” con su voz. El anciano cayó inerte en el suelo. Dos o tres personas se acercaron a asistirlo, hasta que uno de ellos, luego de minutos de intentar reanimarlo, bajó la mirada sombríamente, y miró a los presentes negando con la cabeza. Varias maestras estaban atentas a lo que pasaba y casi todos los chicos también. Excepto uno solo que jugaba abstraído con una ramita (parecía mantener una conversación con ella) y se impacientaba por ir a jugar a su casa.

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