DESTROBOSQUICIA - Lucio Borgna - (2012)

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ENTRE EL RUIDO

¿Qué te puedo decir, Alas? De palabras se satura el aire, la especie en sopor mira con ojos, nada más. El viento mariposa es ya la provocación, caminar es golpearse con las paredes, la idea y su filo hacen tajos en las caras (la gente se defiende).
Alas, el camino se abrió ante mí y ya lo caminaba desde antes de saber, y desde antes de haber olvidado saber. Atravesar esa luz es todos los días un acto de fe, a veces parece fuego, y son las brasas de los ciegos en sus cuencas.
Termina el efecto doppler, Alas, voy a llegar al silencio, como un rayo detrás de la mirada. Todos gritan acá, Alas, regalame una porción de polvos flu. Me iría al cielo de otra tierra, de esta manera.
Llamame sin medida, Alas. Solo eso.












SEIS

Hay una ventana
doble hoja
tres pantallas dentro
dos más pequeñas
del otro lado una grande
esa es la realidad

la realidad es tonta
luminosa
fugaz
sabe bien

del viento de afuera no hablaremos
es otro capítulo.












TREINTA Y UNO

En los bolsillos
hilo azul de cronopio
en los labios
hilo sed
caen los misiles
en red.














UNO

Claro, yo llego adonde están todos sentados, cada uno en lo suyo, mirando el suelo, o el libro. Pero ¿qué les pasa?, ¿por qué me están mirando así? Yo no los conozco ni me vieron nunca antes, así que saco mi arma. Sé que no voy a matar a nadie, todos lo saben. Pero cuando se la acerco a sus caras reaccionan con miedo y asco. ¡Miedo y asco! Si ni saben qué es eso, cómo se atreven a sentir así…
Bien, así que con la violencia no se ponen contentos. Vamos a ver qué pasa ahora. Pero ¿qué me está pasando? Todos me miran cada vez más altos, crecen hasta el techo y … no, yo desciendo. Ahora veo desde el piso mismo. ¡Sus pies caminan sobre mí como si yo no estuviera…! Hasta mi arma yace derretida junto a mí. Como un amigo líquido que sonríe sin cara. Adiós, hasta pronto, hasta siempre.
OCHO

Nosotros los personajes no entendemos mucho. Los capítulos empiezan y terminan sin que nos neguemos. Adiós es hasta luego, hasta pronto o etcétera. También escribimos pero eso es sin querer, no vamos a hacernos cargo. Y me retiro al amparo de la inconsciencia, nos veremos en la próxima escena.













CATORCE

A decodificar sale el pobre pez y no encuentra palabras. Salta la rana y los renacuajos entienden. Excepto el pez. Nada.
















DIECISEIS

Un personaje nuevo toca el agua del lago provocando olas que se expanden hasta los mismos bordes. Cuando se mire al espejo no se reconocerá. Después de tomar la flor con las manos ya no podrá caminar. El aire será líquido y lo cubrirá completamente. No habrá viento. Cuando alguien hable producirá solo silencio.














ABRE

El arte es
la mágica metamorfosis
(de abuelita a lobo)

por eso
hay que pisotearlo
como a una cucaracha

para que no hable
que golpee las puertas
y huya.












LA NOVEDAD. EL AGUJERO NEGRO

Me das la vida y la retienes en tu mano. Por vos recorro cientos de kilómetros arriba y abajo. Lejos y fuera y dentro y cerca.
Amo el origen. Ojalá no hubiese existido.
En otro día, en una luna lloro y llueven las palabras. Pero no están las gotas ni las comas ni los puntos. Un agujero existencial.
La razón de una silla incómoda. Solo tener y descartar. Un día de paso. Donde vas hay una silla.
Llega la mañana. El río llega. También los patos.
Dios dice y se desdice. Sus palabras no significan. Los peces están alertas al día, a la noche. Pero los ojos siguen cerrados.
Los enormes bebés inflados de esta comunidad se masturban en la calle. Buscan la aceptación popular. Y yo me la paso haciendo crítica social (risas…).
Todos los colores, agujeros, fantasmas, hasta luego y buena suerte.













6

Decidí dejar que Piazzola cante
que diga buenos días, buenas noches
que despierte en el techo de otro coche
pensando en lo que fue y lo que era antes

Freud y Lacan borrachos en el baño
vomitan sus palabras inocentes
se toman de las manos, inconscientes
de la resaca por un nuevo año

mi casa fue invadida por las dudas
vos te dormís mirando el aguacero
Cortázar trajo un par de gotas mudas

Alejandra saluda en un rincón
me confundió con sus ojos azules
bailando en la llamita del carbón.














LA PERSEVERANCIA

Había una vez tres chanchitos que vivían en el bosque. Permanentemente sufrían la persecución de un hambriento lobo, que pretendía alimentarse de su carne y posiblemente hacerse un abrigo con su piel. El lobo era perseverante, y los tres chanchitos no podían descansar en el mismo sitio mucho tiempo sin que él los encontrara. Los chanchitos también lo eran, pero se estaban cansando de esa situación. Decidieron construir una choza en la que el lobo no los pudiera molestar. Buscaron ramas caídas y fabricaron las paredes y el techo. La seguridad de este refugio no duró mucho, el lobo pasaba por al lado de la choza, los escuchó conversar adentro y rompió sin esfuerzo las paredes. Luego de esconderse otra vez, los chanchitos decidieron construir con ladrillos y cemento. No podía tener tanta fuerza el lobo. Nuevamente los encontró y descubrió que no le era posible entrar esta vez. Pensó entonces que si rompía la cerradura podría pasar y comerse a los chanchitos. La puerta era muy resistente pero él era perseverante y con mucha paciencia, al cabo de una hora logró atravesar la puerta de una patada. A pesar de todo los chanchitos fueron más rápidos y se escaparon. Pasó un tiempo, mientras el lobo los buscaba y ellos pensaban qué hacer, huyendo permanentemente. Hasta que se les ocurrió la manera perfecta de no ser alcanzados. La casa que construyeron esta vez no tenía puertas ni ventanas. El lobo, siempre perseverante, luego de encontrar la fortaleza hizo guardia día y noche esperando el día en que salieran los chanchitos. Ellos también eran perseverantes y permanecieron con sus orejas pegadas a la pared las veinticuatro horas hasta escuchar alguna vez los pasos del lobo alejándose.
El tiempo pasó.
Muy flaco y ya sin fuerzas, el lobo a veces pensaba en abandonar la casa inexpugnable y buscar alimento en otro lado. Pero no estaba en sus planes rendirse, y menos por tres chanchitos indefensos.
Adentro, los tres chanchitos a veces pensaban si no era preferible el estómago de un lobo a ese encierro, pero ya era muy tarde para cambiar de idea.

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